sábado, 21 de diciembre de 2013

André Bazin – Crítico de cine

«Si el cine ha nacido ha sido por la convergencia de su obsesión, es decir, un mito: el del cine total»
André Bazin
«Un artículo negativo escrito por Bazin describe mejor una película que un artículo elogioso escrito por uno de nosotros»
François Truffaut

SI existe un nombre al que identificamos inmediatamente con la crítica y el análisis cinematográfico éste sería quizás el de André Bazin. Sus escritos siguen conservando una frescura asombrosa después de casi cinco décadas. Era un teórico elegante, honesto, de precoz madurez intelectual y con una visión crítica profunda y apasionada. Amable y flexible en sus argumentaciones y profundamente humano en su trato. Desempeñó su labor teórica durante quince años hasta su prematura muerte en 1958.
Definido como "el mejor crítico francés de la posguerra" por George Sadoul, en Bazin nada era forzado, ni vehemente, sino reflexivo, incluso, a veces, cauto en sus apreciaciones y humilde en su devoción por el cine.
Desde sus primeros escritos, Bazin se empeñará en realizar una "crítica cinematográfica en relieve", es decir, una crítica que profundice en la esencia misma del cine. «Bazin —escribía Truffaut no ha sido el único en analizar el valor de la imagen, su naturaleza. No obstante, tengo la impresión de que fue el único en preguntarse realmente sobre la función de la crítica» (1).
Así, dejando de lado la superficialidad que generalizaba a la crítica de su época, Bazin entiende que debe darse al público algo más, se ha de atender al proceso técnico, y que el espectador cinematográfico se interese por la luz, los decorados, el montaje, la música, el guión... tanto como en las circunstancias históricas en las que se desarrolla cada etapa de la historia del cine. Esto es lo que realmente llevará al espectador a entender el cine.
Y es que para Bazin, el cine camina estrechamente vinculado al desarrollo tecnológico y a las circunstancias sociales, políticas, en fin, a las circunstancias propias de cada periodo histórico. El cine nace y se transforma (del cine mudo al sonoro, del blanco y negro al color) debido a la influencia del entorno. Y así, en contra de los estudiosos que defienden que la única forma de cine puro es el cine mudo, Bazin entendía que, al contrario, el sonido viene a completar al cine mudo, en lo que será su evolución natural.
Defensor de un lenguaje propio del cine y del cine como lenguaje. No dudaba en afirmar: «El cine es un lenguaje». Y será este lenguaje, más que cualquier convención social, la que determinará lo que se entiende por el "cine clásico".
Para Bazin el mito que dirige la invención del cine es el del "realismo integral", es decir la recreación del mundo a su imagen, una técnica de reproducción de la realidad como lo fueron antes la fotografía o el fonógrafo. «Una imagen —dirá Bazin— sobre la que no pesaría la hipoteca de la libertad de interpretación del artista ni la irreversibilidad del tiempo. Un arte total, lo que llamará "el mito del cine total"» (2).
Bazin exaltaba el cine, bueno o malo, del que siempre tenía la posibilidad de reflexionar y extraer conclusiones. A este respecto, J. Francisco Aranda, en su magnífico libro Luis Buñuel. Biografía crítica, recogía la siguiente reflexión de Man Ray: «Los peores films que haya podido ver, aquellos que me hacen dormir profundamente, contienen siempre cinco minutos maravillosos, y los mejores, los más celebrados, cuentan solamente con cinco minutos que valgan la pena: o sea, que tanto en los buenos como en los malos films, y por encima y a pesar de las buenas intenciones de sus realizadores, la poesía cinematográfica pugna por salir a la superficie y manifestarse» (3). Esto es justo lo que Bazin pensaba sobre las películas. Con un riguroso y profundo análisis sobre la imagen, Bazin, por ejemplo, comprende a través de la obra de Hitchcock, que guión y dirección son indisociables, agradece que Ciudadano Kane recupere definitivamente el camino hacia el realismo a través de su deslumbrante puesta en escena. Pone la atención en los secretos escondidos en el film de Rossellini, Paisà, la maestría de De Sica en cada plano de El ladrón de bicicletas y el estilo único de Renoir en su película, La regla del juego.
Como recordará Truffaut, las películas que más influyeron en Bazin fueron,Le jour se lève de Marcel Carné, Monsieur Verdoux de Chaplin, La regla del juego de Renoir y la película de Welles, Ciudadano Kane.
En 1952, Bazin funda junto al crítico y realizador Jacques Doniol-Valcroze (1920-1989) y a un grupo de jóvenes críticos la mítica revista Cahiers du cinéma que continuaba la labor de la desaparecida La revue du cinéma.
Durante la década de los cincuenta, la revista marcó sus pautas en materia de crítica y análisis cinematográfico y consolidó la enorme importancia e influencia que llegará a tener. Bazin se mantendrá ligado a ella hasta el año de su muerte. Cahiers se caracterizaba por su interés en el cine italiano y el neorrealismo y recuperó para el espectador el, por entonces algo denostado por los demás sectores de la crítica, cine norteamericano. Así, devuelven el lugar que les correspondía a las películas de Hitchcock, Lang, Fuller y sobre todo exaltan la obra del cineasta Nicholas Ray.
En sus páginas se formaron algunos de los cineastas más importantes de las décadas de los cincuenta y sesenta como Truffaut, Godard, Rivette, Chabrol, Rohmer... aquellos jóvenes críticos, seguidores y discípulos de Bazin, unos pocos años después formarán lo que se denominará Nouvelle Vague, la nueva ola (4). Con ellos dará comienzo uno de los periodos más interesantes y personales de la cinematografía gala.
Estos cineastas no han dudado en expresar lo mucho que Bazin influyó en ellos. Y es que desde las páginas de Cahiers, Bazin reflexionó sobre todos los aspectos del cine, formulando sus ya conocidas teorías sobre la imagen.
No sólo era el alma de Cahiers donde desarrolla una intensa actividad como crítico, sino que también publica entre 1958 y 1962 cuatro volúmenes de su más famoso libro, ¿Qué es el cine? Probablemente sea uno de los libros más traducidos y reeditados en el mundo sobre cine. También escribe libros monográficos sobre Orson Welles, Vittorio de Sica y Jean Renoir, tres de sus más admirados directores.
En 1959, un año después de su muerte, François Truffaut dedica a André Bazin su película Los cuatrocientos golpes.
Bazin amaba al cine por el cine, admiraba a Stroheim, a Welles y a Flaherty, le gustaba el  western y la comedia americana y sobre todo admiraba a su gran amigo Jean Renoir.  Fue también amigo de alguno de los realizadores más importantes de su época; Welles, Rossellini, Truffaut, Cocteau y Fellini.
Truffaut finaliza el prefacio del libro de Dudley Andrew con estas palabras:«Añoramos a Bazin». Nosotros, los cinéfilos sin remedio, los amantes de la imagen, añoramos hoy día a críticos como André Bazin. Porque Bazin, desde su inmensa sensibilidad, manifestaba que el cine era el arte propio del amor. «No se podría comprender enteramente el arte de un Flaherty, de un Renoir, de un Vigo, y sobre todo, de un Chaplin, si no se busca antes qué variedad particular de ternura, qué clase de afecto sensual o sentimental se refleja en sus films. Creo que más que cualquier otro arte, el cine es el arte propio del amor» (5).
Bazin consiguió algo no sólo difícil dentro de la crítica en general sino en especial en la crítica cinematográfica donde casi siempre priman intereses más comerciales que artísticos, Bazin consiguió "encender una luz", una luz que todavía hoy día es capaz de iluminar con los más bellos resplandores.

(1) Andrew, Dudley, André Bazin. Éditions de L´Étoile. Febrero, 1983. Prefacio de François Truffaut. Añoramos a André Bazin. Recogido en  François Truffaut, El placer de la mirada.Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona, 1999, pág. 61.
(2) Bazin, André. ¿Qué es el cine? Ediciones Rialp, S.A. Madrid, 2004, pág. 37.
(3) Aranda, Francisco J. Luis Buñuel. Biografía crítica. Editorial Lumen. Barcelona, 1969, pág. 334.
(4) En 1957 aparece por primera vez el término Nouvelle Vague ("Nueva ola") en el semanal francés "L´Express". Acuñó el término la periodista Françoise Giroud.
(5) Bazin, André. Op cit. págs. 354 y 355.

Texto 95: André Bazin reflexiona sobre la función social del cine

Lautréamont, o Van Gogh han podido crear, incomprendidos o ignorados por su época. El cine no puede existir sin un mínimo (y este mínimo es inmenso) de espectadores inmediatos. Incluso cuando el cineasta se enfrenta con los gustos del público, su audacia es válida solo en cuanto es posible admitir que el espectador se equivoque sobre lo que debería gustarle, y lo que ahora no le gusta llegue a gustarle un día. La única posible semejanza contemporánea con el cine habría que buscarla en la arquitectura, porque una casa solo tiene sentido si es habitable. El cine también es un arte funcional. 
André Bazin.
Este texto pertenece al crítico francés André Bazin, fundador de la reconocida revista Carhiers du Cinema que acogió a críticos (también cineastas) de la talla de François Truffaut, Claude Chabrol, Eric Rohmer, Jean Luc Godard entre otros tantos. El texto forma parte de un estudio publicado en España por la editorial Rialp en el año 1.966, cuyo original se publicó en París por Editions du Cerf y que obra bajo el título de "A favor de un cine impuro".

El cine no tiene sentido sin los espectadores. Necesita de ellos para ser lo que es. El cine es esencialmente comunicación. Y en consecuencia carece de sentido eso que suelen decir muchos cineastas que las películas las hacen para sí mismos. En el mundo de la arquitectura, la construcción de una casa, una vivienda, un chalet, o un adosado están ordenados a cumplir con su función esencial de ser habitables. Si estas construcciones no lo fueran, devendrían fatalmente inservibles, inútiles y contrarios a los fines intrínsecos de la ciencia de la arquitectura. Una casa en la que no se puede vivir no es una casa. Y de la misma manera una película que no satisface el gusto de los espectadores no cumple con la función social para la que fue concebida. Al cine no le es dado vulnerar sus esenciales fines, a no ser que se ponga en peligro aquello mismo que le confiere consistencia. El cine como cualquier forma de arte conlleva una función social inexorable.



André Bazin fue uno de los fundadores de la prestigiosa revista de cine Cahiers du Cinema en 1951, con varios libros en su haber sobre cine y un amplio caudal de artículos en torno al mismo tema. Disciplinado y entusiasta crítico y teórico del cine, murió en 1958, dejando para la posteridad su influyente figura y su legado. También una lista de lo que para él fueron las mejores películas de la historia. Esa es la que os dejamos por aquí abajo.

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