lunes, 13 de agosto de 2012

La ley de la hospitalidad – Buster Keaton


Our Hospitality
Director: Buster Keaton, John G. Blystone.
Guión: Jean C. Havez, Joseph A. Mitchell, Clyde Bruckman, Buster Keaton.
P: Joseph M. Schenck para Buster Keaton Productions, Inc.
Dis: Metro Pictures Corporation.
Dur: 75 min.
E: 9 de diciembre de 1923.
País: EEUU.

En 1810 la disputa entre dos familias lleva a Jim Canfield y John McKay a matarse entre sí. La mujer de McKay traslada a su hijito Willie a Nueva York, donde el muchacho crecerá ignorando la disputa.
Veinte años más tarde, Willie regresa a Rockville para tomar posesión de las propiedades de su padre y es puesto al corriente de todo.
Durante el accidentado viaje en tren, traba amistad con una bella joven llamada Virginia. Tras su llegada y una vez enterados de la presencia de Willie en el pueblo, los Canfield le hacen objeto de numerosos atentados que, afortunadamente para él, resultan frustrados. Invitado a cenar por Virginia, Willie acude a su casa ignorando que es la hija de los Canfield.
Pero como un código de honor impide a éstos causarle ningún daño mientras sea su invitado, Willie decide convertirse en su huésped permanente. En la casa, Willie y Virginia se enamoran. El joven consigue escapar disfrazado de mujer, pero es descubierto.
En la persecución que se ocasiona, primero cerca de un precipicio y luego en los rápidos de un río, Willie rescata a Virginia a punto de perecer en una catarata. Cuando los Canfield regresan a casa, encuentran a la pareja en actitud cariñosa, y el cura que ha celebrado la ceremonia, pide al sorprendido Joseph Canfield que bese a la novia. Joseph y Willie entierran la vieja disputa con un apretón de manos.

Las disputas familiares y su repercusión en generaciones posteriores sirven de base a Keaton para la realización de Our Hospitality.
Este tema universal lo sitúa en un pequeño pueblo del Oeste americano. Para ello, Keaton se inspira en antiguos grabados del siglo XIX. Así logra reproducir exactamente enclaves de la época como, por ejemplo, la esquina de Broadway y la calle 42 tal como eran en 1830. La recreación, cuidada con tanto esmero, logra transportarnos en el tiempo con la fuerza de un documental.
En medio de la sinrazón que lleva a hombres de una familia a crecer matando a los varones de la familia rival, surge un rayo de esperanza: un viejo código de honor, que impide a un anfitrión atentar contra su huésped. Este singular hecho es explotado por Keaton con gran maestría. Su personaje, Willie McKay, sólo se encuentra a salvo en la casa de los hombres que le intentan matar, los Canfield. Si a ello sumamos que la hija de sus enemigos es la mujer que ama, la paradoja se completa. Con buenas maneras, los Canfield intentan hacer salir de su casa a Willie para matarlo y éste, cortésmente, rehúsa; su enamorada y su salud así se lo aconsejan.
La película cuenta con numerosos y espléndidos golpes cómicos. Uno de los más inspirados tiene lugar cuando el tren, camino de Rockville, es apedreado por un individuo. El maquinista repele la agresión lanzándole maderos. Una vez ha pasado el tren, el hombre hace acopio de la madera, que era lo único que, en realidad, pretendía con su ataque.
Por primera (y última) vez), Keaton reúne con él en pantalla, a su padre Joe, a su hijo Buster Jr., de quince meses de edad, y a su esposa Natalie Talmadge. La nota triste la pone Joe Roberts, villano keatoniano por excelencia, que muere poco después de finalizado el rodaje.
La película, luego de una «première» el 3 de noviembre de 1923 en San Francisco, se estrena el 9 de diciembre en el Rialto Theatre de Nueva York, obteniendo un gran éxito de crítica y público. Había costado doscientos diez mil dólares y recauda un millón setencientos mil. Las crónicas de la época hablan de las enormes colas que se formaron ante los cines que la exhibían, provocando la espera de multitud de personas, incluyendo al entonces presidente del país, Calvin Coolidge.









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