Director: Jacques Feyder
Guión:
Jacques Feyder, basado en la novela homónima de Pierre Benoit
Productora:
Louis
Aubert para Thalman y Cía.
Estreno: 1 de octubre de 1921
País: Francia
Un destacamento
militar encuentra inconsciente en el desierto de Tanez al teniente Saint-Avit,
uno de los dos oficiales desaparecidos en una expedición anterior, y lo
traslada al cuartel general de Timbuctu. El teniente se recupera lentamente y,
tres meses después, relata al teniente Ferrière su odisea en el desierto:
El capitán
Morhange y el teniente Saint Avit parten a la búsqueda de un viejo camino de caravanas.
En las montañas del Tifedest descubren una extraña inscripción y, guiados por
un tarki que encuentran cerca de allí, hallan nuevas inscripciones en las
cuevas de los montes Hoggar. Súbitamente se ven invadidos por una extraña
embriaguez y, cuando despiertan, divisan desde sus habitaciones un bello oasis.
Los oficiales son informados de encontrarse en un pequeño resto de tierra
resurgida del hundimiento de la
Atlántida y de ser prisioneros de su soberana, la reina
Antinea. Esta colecciona amantes, a los que convierte en figuras de metal
cuando se cansa de ellos.
Rechazada
por el capitán Morhange, que sólo anhela su libertad perdida, la cruel Antinea induce
a Saint-Avit, hechizado por su belleza y bajo el influjo de las drogas, a matar
a su compañero. Cuando el teniente recupera la consciencia, con la ayuda de
Tanit Zerga, una sirvienta de la reina, logra escapar de allí. En el ardiente
desierto, Tanit pierde la vida y Saint-Avit se encuentra al borde de la muerte
cuando es descubierto por el destacamento.
El teniente
Saint-Avit, que desea fervientemente volver junto a Antinea, parte con Ferrière
y el tarki hacia un incierto destino.
Ciertas
disputas de Jacques Feyder con la productora Gaumont, motivadas por desacuerdos
acerca de la película (La faute d'ortographe, 1919) y un recorte
presupuestario de la compañía, hacen que ésta no se encuentre en condiciones de
producir la adaptación cinematográfica de la novela de Pierre Benoit L'Atlantide,
que Feyder tiene pensado llevar a la pantalla.
Tal
contrariedad obliga al realizador a recurrir a un primo suyo, Alphonse
Frédérix, director de la
Banca Thalman , para la consecución de un préstamo de 600.000
francos.
Con este dinero,
Feyder se embarca en el arriesgado proyecto que le lleva hasta Argelia. Para el
papel de la Reina
Antinéa , los productores, que desean una figura relevante en
el reparto, imponen a Stacia Napierkowska.
Feyder, por su parte,
habría preferido a Musidora, vampiresa por excelencia del cine francés y a la
que el realizador había conocido dando vida a misteriosas seductoras en los
seriales de Feuillade, con quien Feyder trabajó como asistente.
El aspecto
formal de la película es cuidado con un esmero desacostumbrado en las
producciones de la época. Desde las impactantes imágenes de exteriores rodadas
en el desierto del Sáhara, pasando por la multiplicidad de estilos presentes en
los decorados del Palacio de Antinéa, hasta la espléndida fotografía de Georges Specht, todo contribuye a dotar
a la cinta de una credibilidad sorprendente, tanto en su vertiente realista, donde
adquiere tono de auténtico documental, como en su veta más fantástica.
El mérito de
Feyder se prolonga en la perfecta traslación a la pantalla del mundo onírico presente
en la obra de Benoit y su exploración del subconsciente universal. El Paraíso
perdido, la atracción de lo desconocido y la mujer fatal, seductora y verdugo de
los hombres que caen en sus manos, conforman este relato repleto de paralelismos
bíblicos y, a la vez, de elementos constituyentes de la psique colectiva.
La película va
a llevarle casi un año de trabajo y, durante ese tiempo, el presupuesto se
dispara, llegando a costar casi dos millones de francos, convirtiéndose en el
film francés más caro jamás filmado. Estrenada en octubre de 1921 en el
Gaumont-Palace de París, la película constituye un éxito clamoroso.
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