lunes, 23 de julio de 2012

Das Kabinett des Doktor Caligari - Robert Wiene


El gabinete del doctor Caligari
Director: Robert Wiene.
Guión: Carl Mayer, Hans Janowitz, según una historia de Hans Janowitz.
Productora: Rudolf Meinert para Erich Pommer, Decla-Bioskop, Berlín.
País: Alemania.

Prólogo: En el banco de un parque, el joven Francis cuenta su historia a un compañero sentado junto a él: Holstenwali, villa natal de Francis. El secretario de Estado ha sido asesinado. Francis y su amigo Alan acuden a la feria donde el Dr. Caligari habla al público sobre Césare, un sonámbulo que puede responder a cualquier pregunta, pasada o futura.
Alan pregunta cuanto tiempo vivirá, a lo que el sonámbulo responde que hasta el amanecer. Al salir de la feria los dos amigos se encuentran con una muchacha de la que ambos están enamorados. Por la noche Alan es apuñalado en su cama.
Enterado del asesinato de su amigo, Francis acude a ver al Dr. Olsen, padre de la muchacha, de quien obtiene el permiso para investigar al sonámbulo, pero entonces leen que el autor de los crímenes ha sido arrestado. El acusado, no obstante, afirma ser inocente y tras el entierro de su amigo, Francis vigila a Césare en su ataúd. Esa misma noche, el sonámbulo rapta a la muchacha, pero al ser perseguido por la multitud, la abandona y huye. La joven acusa a Césare.
La policía descubre que en el ataúd de Césare sólo hay un maniquí. Francis sigue a Caligari hasta un psiquiátrico. Allí dicen no conocer a ningún enfermo con ese nombre y llevan a Francis ante el director, que no es otro que el Dr. Caligari.
Revolviendo entre los papeles del director, descubre un libro de 1726 en el que se evoca la figura del músico italiano Caligari que asesinaba a través de un sonámbulo, así como un diario del director en donde reconoce estar obsesionado por dicho personaje.
Césare, que ha sido encontrado, es conducido ante el director. Desenmascarado por Francis, Caligari es presa de una crisis nerviosa, que obliga a colocarle una camisa de fuerza.

Epílogo: Francis se encuentra en el patio del manicomio. Entre los demás enfermos están la muchacha y Césare. Al salir el director, Francis enloquece y grita que el loco es Caligari. El director dice comprender ahora el problema de Francis y asegura conocer el remedio para curarlo.

Entremezclando sus recuerdos acerca de un extraño asesinato y de un antipático psiquiatra militar, Carl Mayer y Hans Janowitz elaboran una subversiva parábola que Erich Pommer pone en manos del realizador Fritz Lang. Pero el importante éxito obtenido por su film Las arañas: El lago de oro (Die Spinnen: Der Goldene See 1919), precipita el rodaje de la segunda parte de la serie, lo que obliga a Lang a abandonar definitivamente este proyecto. Pommer pone entonces al frente del mismo a Robert Wiene, un hombre de teatro sin experiencia cinematográfica. Wiene va a conservar la idea de Lang de introducir un prólogo y un epílogo a la historia original, con lo cual se invierte el sentido de la misma y toda la narración pasa a ser dominada por la subjetividad de un loco.
La plasticidad del film, marcada tanto por la influencia de las corrientes expresionistas berlinesas, en las que se mueven los decoradores Warm, Reimann y Röhrig, como en las restricciones eléctricas que imperan en el país, define un espacio fílmico pesadillesco y mórbido. El empleo sistemático de telas pintadas, perspectivas deformadas, predominancia de líneas oblicuas y en zigzag, conforman las figuras emocionales, fruto de la proyección de los atormentados sentimientos internos de los personajes, que golpean al espectador con dureza.
El sobrecogedor relato posee, independientemente de su estética, una gran fuerza intrínseca. Las sorpresas vertiginosas no cesan en ningún momento con continuos e imprevistos lances argumentales y cuando al final las piezas del gran puzzle narrativo encajan en la historia, el protagonista es presentado como un loco y las causas de su estado descubiertas. Un enorme sentimiento de incredulidad nos inunda.
La película se convierte, tras su estreno en el Marmorhaus de Berlín el 2 de marzo de 1920, en la más comentada de la época y se constituye, con su arrolladora influencia, en paradigma del expresionismo cinematográfico.

                                           Obras Maestras del cine mudo - Luis Enrique Ruiz 





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