Nosferatu, el vampiro
D: Friedrich Wilhelm Murnau
Guión: Henrik Galeen, basado en la novela Drácula de
Bram Stoker
Productora: Albin Grau, Enrico Dieckmann
para Prana-Film Gmbh, Berlín
Estreno: 4 de marzo de 1922
País: Alemania
1838. En la ciudad de Wisborg viven felices el joven Hutter y su mujer
Ellen, hasta que el oscuro agente inmobiliario Knock decide enviar a Hutter a
Transilvania para cerrar un negocio con el conde Orlok. Se trata de la venta de
una finca en Wisborg que linda con la casa de Hutter.
Durante el largo camino, Hutter pernocta en una posada, donde ojea un
viejo tratado sobre vampiros que encuentra en su habitación. Una vez en el
castillo, es recibido por el siniestro conde, que se excita cuando el joven se
corta un dedo. Al día siguiente, Hutter amanece con dos pequeñas marcas en el
cuello, que él interpreta como picaduras de mosquito. Una vez firmado el
contrato, descubre que el conde es, en realidad, un vampiro.
Al verle partir hacia su nuevo hogar, Hutter teme por Ellen. El joven,
muy debilitado por las mordeduras del vampiro, precisa el internamiento en un hospital.
Al mismo tiempo, Ellen contrae una misteriosa enfermedad y también Knock, bajo
influjo del conde, enloquece.
El velero Empusa parte del puerto de Barna. En él viaja el conde,
acompañado de varios ataúdes llenos de tierra y ratas. Durante la travesía se
declara la peste a bordo y uno tras otro van pereciendo todos los miembros de
la tripulación, siendo el conde el único que arriba al puerto de Wisborg.
Amparado por la oscuridad de la noche, desembarca y se dirige a su nueva
mansión.
Poco después, llega Hutter ya restablecido. La peste hace estragos en la
ciudad. Ellen lee que sólo el sacrificio de una mujer sin pecado, que haga
olvidar al vampiro el primer canto del gallo, puede librarles de su azote. La
joven no ve otra salida: abre la ventana de su cuarto y propicia la llegada del
vampiro, que cae fulminado con los primeros rayos del sol.
Hutter llega a tiempo de ver cómo Ellen muere en sus brazos. Desde aquel
momento cesa la Gran Muerte en toda la ciudad.
Nosferatu, Eine Symphonie des Grauens nace como
consecuencia del fuerte impacto que causan en Albin Grau tanto la novela Drácula
de Bram Stoker como la película Der Golem de Paul Wegener. Grau
consigue implicar en el proyecto al guionista del citado film, Henrik Galeen, y
contrata a Friedrich W. Murnau, un director poco relevante que se encuentra
finalizando el rodaje de El castillo Vogeloed (Schloss Vogelöd 1921).
Desde un aseptismo moral absoluto, Murnau construye un poema diabólico,
a la vez romántico y expresionista, en donde el poder maléfico lucha por la supervivencia
y la relación del Nosferatu con las fuerzas de la vida es elevada a un plano
metafísico.
Mucho más espeluznante resulta la sospecha de que, en el trasfondo
psicológico de la monstruosa criatura, se esconde un esfuerzo introspectivo del
realizador a la propia esencia del ser humano. Tal estremecedor ejercicio, para
el cual Murnau rehúye en todo momento añadir elementos desagradables o
propiciadores del susto fácil, se nos presenta,
además, bajo una envoltura excelente.
El realizador mezcla realidad y fantasía, combinando cuadros de gran
belleza plástica basados en la pintura romántica, con decorados reales, como el
viejo almacén de Barna, obteniendo un climax inquietante y mágico, que
convierte a la película en una sinfonía perversa.
Su estreno el 4 de marzo de 1922 en el Primust-Palasl de Berlín es
recibido con entusiasmo por crítica y público. Poco después, sin embargo, la
viuda de Bram Stoker denuncia el impago de los derechos de autor.
La sentencia obliga a suspender la proyección de la película y a destruir
todas las copias y el negativo. Afortunadamente, la resolución judicial no fue
cumplida en su totalidad, lo que permitió la conservación de uno de los films
esenciales del séptimo arte.
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