El
hundimiento de la casa Usher / La caída de la casa Usher
Director: Jean Epstein.
Guión: Jean Epstein, basado en varias novelas
de Edgar Allan Poe.
Productora: Films Jean
Epstein.
Estreno:
28 de junio de 1928.
País: Francia.
Llegado
hasta la posada del pueblo, un viajero pide ser conducido hasta la casa Usher, mientras
relee una carta, en la cual, Roderick Usher le suplica que, como su mejor
amigo, vaya inmediatamente a verle ya que teme por la vida de su esposa enferma.
El visitante consigue que un campesino la acerque hasta la ruinosa mansión.
Dentro de la casa, e influida por el ambiente terrorífico,
Madeleine,
la mujer de Roderick, es víctima de una grave enfermedad, presentando
frecuentes estados catalépticos. Mientras Roderick pinta con vehemencia a su
mujer, el lienzo parece arrancarle la poca vida que le queda. Un día, durante una
sesión de pose, Madeleine se derrumba. Aunque Roderick asegura estar convencido
de que ella aún vive, el doctor del condado certifica su muerte.
El
consternado marido insiste en enterrarla en una cripta del bosque, cercana a la
casa. Por la noche, la tensa atmósfera existente en el interior de la mansión llena
de inquietud a Roderick y su amigo. En medio de una tormenta cargada de aparato
eléctrico, Roderick ve surgir la figura de Madeleine, que se dirige a la casa.
La mansión, alcanzada por un rayo, es pasto de las llamas.
Roderick,
con su mujer en brazos, y su amigo logran ponerse a salvo en el bosque.
Cineasta
militante en la vanguardia impresionista francesa, Jean Epstein es también un
teórico e investigador cinematográfico, que cuenta en su haber con películas
tan importantes como Coeur fidèle (1923) o La glace à trois faces (1927),
una curiosa historia donde se funden pasado y presente. Para profundizar en semejante
tratamiento del tiempo, el realizador se basa principalmente en cinco novelas
de Edgar Allan Poe. Así, con fragmentos de El hundimiento de la casa Usher,
Retrato oval, Berenice, El hombre de la multitud, Silencio y Ligeia, va
a confeccionar el film La chute de la maison Usher, en el cual Epstein
va a esforzarse además por preservar intacta toda la aparatosa morbosidad de
sus referencias literarias.
La película
propone una sugestiva exploración por los confines de la vida y la muerte, y lo
hace exhibiendo una riqueza técnica extraordinaria, desplegada para plasmar en
la pantalla la atmósfera inquietante y enrarecida que domina toda la narración.
Al mismo
tiempo, Epstein utiliza con maestría recursos como el ralentí, los travellings
rápidos o las sobreimpresiones, con los que nos describe los brumosos
escenarios naturales, el asfixiante espacio interior o el incendio final de la
mansión, tan fatal como inevitable. A través de esta estética fantástica e
irreal, desfilan ante nosotros imágenes de una enorme fuerza expresiva, que
describen un espacio etéreo y expresan la anulación temporal que ha tenido
lugar en la historia.
Esta alteración
de las coordenadas espacio-temporales logra darle a la obra un tono de
pesadilla al traducir, parafraseando al Epstein teórico, «la expresión más
íntima de los atormentados sentimientos de los protagonistas».
Aunque
favorablemente acogida por la crítica tras su estreno el 28 de junio de 1928 en
el Studio 28, la película provoca el desconcierto de un público desacostumbrado
a planteamientos tan innovadores. Por otro lado, el implacable avance del
sonoro margina, en cuanto a aceptación popular, cualquier otra vía
investigadora cinematográfica, y por ello las propuestas de la vanguardia impresionista
se acaban. El tiempo, sin embargo, terminará por hacer justicia al film de Epstein,
que se verá reivindicado por influyentes cineastas en el futuro.
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