viernes, 27 de julio de 2012

La huelga - Sergei M. Eisenstein


Statchka

D: Sergei M. Eisenstein
G: Valeri Pletniev, Sergei M. Eisenstein, Grigori Alexandrov y Colectivo Proletkult
P: Boris Mikhine para Goskino-Moscú Proletkult
E: 28 de abril de 1925
País: U.R.S.S.

1a Parte. En la fábrica, la tranquilidad es sólo aparente. Los obreros de una gran empresa en la Rusia zarista están descontentos, y dispuestos a ir a la huelga. El director de la empresa transmite sus sospechas a altos cargos políticos, y éstos mandan desplegar a sus informadores.
Reuniones conspirativas de trabajadores y reparto de octavillas preparan el terreno.
2a Parte. El motivo de la huelga. Un obrero, injustamente acusado de robo, se suicida. Este acontecimiento es la chispa que hace estallar el conflicto. Los trabajadores apedrean la fábrica y arrojan a varios jefecillos al río. Las máquinas paran totalmente.
3a Parte. La fábrica paró. En un bosque vecino los obreros reunidos deciden sus reivindicaciones: jornada de 8 horas, buen trato y aumento salarial del 30%.
La policía carga contra los asamblearios. Tras examinar las peticiones, la administración las considera inaceptables.
4a Parte. La huelga se prolonga. El hambre se adueña de los hogares de los huelguistas. Los informadores salen a la calle disfrazados para vigilar y fotografiar a los cabecillas. Uno de éstos es apaleado por la policía y, al final, acaba delatando a otros compañeros.
5a Parte. La provocación. La policía recluta a unos pordioseros, cuyo jefe es conocido como «el Rey», para actuar como provocadores.
Estos se mezclan entre los huelguistas e incendian una fábrica de vinos. Los obreros observan su presencia y deciden marcharse, pero son cercados con chorros de agua por los bomberos. Los cabecillas son capturados.
6a Parte. La liquidación. Se envían tropas al barrio fabril. El distrito es brutalmente reprimído. Tras su paso, queda un campo cubierto de cadáveres.

A sus 25 años, Sergei Mikhailovitch Eisenstein, decepcionado por la puesta en escena de su última obra teatral, decide pasarse al cine. Con un bagaje artístico interesante, las teorías cinematográficas soviéticas imperantes y una ilimitada capacidad creativa, Eisenstein acomete la realización de Statchka, con la que pretende rendir un homenaje a la clase obrera en su lucha contra el capital, mantenida durante los años de la Rusia zarista.
Prescindiendo de toda individualidad, Eisenstein no presenta en la historia ningún personaje importante, concediendo enteramente el protagonismo del relato a los huelguistas como colectivo.
Tampoco son analizadas en profundidad las causas que motivan el conflicto, que no interesan.
Con esta intencionada desinformación y a través de la simplicidad argumental y la tipificación de personajes, el realizador trata de evitar cualquier lastre que la razón pudiera causar a los sentidos.
La conceptualización ideológica del film permite a Eisenstein centrar en las imágenes toda su fuente de motivación. El realizador se nos revela, en Statchka, como un virtuoso en el manejo de la cámara y el montaje, lo que le permite ofrecer, mediante metáforas, planos alegóricos y paralelismos simbólicos, una riquísima sinfonía visual de un frenesí sin precedentes.
Desarrollando de manera radical la idea del llamado montaje de atracciones –como cuando yuxtapone imágenes de la masacre en el barrio obrero con la matanza de un toro-, Eisenstein consigue concentrar en el espectador toda la fuerza brutal de ambos motivos y generar en éste una imagen nueva, resultado de las anteriores. El realizador logra reflejar en Statchka su nuevo concepto de cine, con lo cual contribuye a ampliar notablemente los límites del lenguaje cinematográfico existentes.
La película se estrena el 1 de febrero de 1925 en Leningrado.
Aunque en la URSS la película plantea cierta polémica, en Europa, sin embargo, es recibida con entusiasmo, que la lleva incluso a recibir un premio en la Exposición Universal de París.






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