De Max
Linder a las tartas de crema
La temática de Max Linder procede del
repertorio vodevilesco y de las comedias de enredo. En Max pedicuro
(Max pédicure, 1914), por ejemplo,
aparece de rodillas declarándose a una dama, cuando de pronto irrumpe el padre
con cara de pocos amigos. Max trata de disimular improvisándose como pedicuro
de la señorita. Entonces el padre aprovecha para hacerse arreglar también los
pies... En Víctima
de la quinina (Max et la quinine, 1911),
considerada como su obra maestra, aparece intoxicado involuntariamente por la
quinina y provocando conflictos por la calle. Tropieza sucesivamente con un
comisario de policía, con un embajador y un general, que ofendidos le retan a duelo,
entregándole sus respectivas tarjetas. Unos guardias le detienen por
alborotador, pero Max les enseña sus tarjetas y los agentes, impresionados,
tratan de conducir a su casa a tan respetable borracho, llevándolo a la fuerza
al domicilio del comisario, del embajador y del general, en donde le acuestan
en el lecho de la generala... Llega el auténtico general e, indignado, arroja
al intruso por la ventana, yendo a caer a los pies de los guardias, que atónitos
se cuadran militarmente ante Max...
Como se ve, este humor de situación y de
filiación vodevilesca nada debe a los estropicios, carreras o revolcones. Su
apogeo corresponde al período 1911-13, momento en que se sitúa como el actor
más popular (y más caro: un millón de francos al año) de todo el cine europeo: Max y la inauguración
(Max et l'inauguration, 1911), El casamiento de Max
(Lé mariage de Max, 1912), Max torero
(Max toreador, 1913), etc. Fue
movilizado en 1914 y ligeramente herido poco después. La falsa noticia de su
muerte desató los primeros fenómenos de histeria colectiva que registran los
anales del star-system. En
octubre de 1916 marchó a los Estados Unidos contratado por la productora Essanay
(que acababa de perder a su gran figura
Charles Chaplin), cobrando 5.000 dólares semanales por doce películas en un
año. Pero la comicidad de Max comenzaba a ser eclipsada por las brillantes
creaciones de Ja escuela norteamericana, animada por Mack Sennett. Su
hipocondría, por otra parte, se fue agudizando, complicada con el uso de las
drogas y las desavenencias conyugales. Su vida termina el 30 dé octubre de
1925, cuando se suicidó, en compañía de su mujer, cortándose las venas de la
muñeca.
Nacido en Francia, el cine cómico conoció su
era de esplendor en los Estados Unidos, en la que se ha dado en llamar «edad
de oro de la comedia» (1912-30). El factor que estimuló decisivamente
ql desarrollo de este género, con cintas de uno o dos rollos, fue la demanda de
los circuitos de exhibición, cuyas salas explotaban como base de programa
películas de seis rollos y ofrecían, en primera parte, un noticiario de
actualidades, uno o dos documentales y un corto cómico. El cortometraje cómico,
recibido con regocijo por el público, pasó a convertirse en un ingrediente
imprescindible en la programación.
Hablar del cine cómico americano es hablar
del canadiense Michael Sinnott, popularizado con el seudónimo de Mack
Sennett (1880-1960), que trabajó hasta 1908 como actor y cantante en
operetas burlescas y se formó como intérprete y ayudante de dirección a las
órdenes de Griffith, en la productora Biograph
(1909-1910). En 1911 inició su cañera de
realizador y en julio de 1912 fundó, con Mabel Normand, Ford Sterling y el
apoyo económico de Adam Kessel, la productora Keystone,
que se convertirá en el centro de gravedad
del burlesque americano.
La primera Keystone Comedy que
realizó Sennett se tituló Cohen at Coney lsland
(1912) y obtuvo un éxito tan impresionante
que la empresa comenzó a producir sin descanso, a un ritmo frenético que no
podrá mantenerse indefinidamente. En esta época Sennett contaba con una troupe
de tan sólo cuatro miembros fijos, pero fue
capaz de llegar a producir en un año 140 cortos, de uno o dos rollos, la mayor
parte improvisados en plena calle o en el lugar de rodaje, sin guión previo. Pero
la evolución del género hizo que en 1916, con docenas de actores, realizadores
y empleados a su disposición, necesitara un mes para rodar un corto de dos
rollos.
Siendo la obra de Sennett de una importancia
capital, no lo fue menos su tarea de «descubridor» de talentos —actores, directores
y gagmen— de
la más variada procedencia y condición. Sennett ha lanzado, formado o
descubierto nombres de la talla de Charles Chaplin, Mabel Normand, Roscoe
Arbuckle (Fatty), Ben Turpin, Harold Lloyd, Harry Langdon, Wallace Beery,
Louise Fazenda, Ford Sterling, Gloria Swanson, W. C. Fields, Bing Crosby, Marie
Dressler, Chester Conklin y Mack Swain.
La copiosísima obra de Sennett (más de mil
quinientas películas en dieciocho años) dio sus mejores frutos en la época Keystone
y en la Triangle , período en que alcanzó
especial popularidad por sus célebres bathing
beauties, provocativas bellezas
enfundadas en castísimos trajes de baño, revoloteando en las playas
californianas para el escándalo de las gentes honestas. Este hallazgo, nacido
un día de 1915 en que Sennett asistió a un concurso de trajes de baño en la
playa de Santa Mónica, iba a resultar decisivo en la configuración de su
tipología picaresca. Algunas de estas bañistas (Gloria Swanson, Phyllis Haver,
Louise Fazenda, Marie Prévost, Bebe Daniels, Zasu Pitts, Sally Eilers)tardaron
en alcanzar el trampolín de la fama. También fue Sennett el creador de las regocijantes «comedias de tartas de
crema», género nacido casi por un puro azar, según se dice, de un tortazo
de merengue que un buen día Mabel Normand lanzó a la cara de Ben Turpin, para
hacerle reír, y que fue registrado por el cameraman. El cine de Sennett se
caracterizará, precisamente, por una extraordinaria libertad y una pasión
destructiva que sólo tiene cierto parangón con el movimiento intelectual
dadaísta que, por estas mismas fechas, floreció en Zurich alentado por el poeta
francorrumano Tristan Tzara. La comparación no puede llevarse muy lejos, porque
la obra de Sennett es infinitamente más pura, espontánea y popular que la de
los mixtificados inconformistas europeos. El mundo dislocado de Sennett, con sus vertiginosas persecuciones en
Ford T, carreras sobre tejados, caídas desde alturas increíbles, porrazos,
patadas al trasero, tartas de crema, bombas de dinamita, orgías de destrucción
(y no sólo de objetos, sino del orden establecido y de sus más respetables y
severas encamaciones., que son los policías) es el producto espontáneo de una
civilización joven, no condicionada por una abigarrada tradición cultural.
Este juicio merece algunas precisiones. No es
cierto que Sennett se haya sacado de la manga unas formas cómicas inéditas. El
slapstick de
Sennett es el último eslabón evolutivo de una forma escénica que floreció en la Italia renacentista con el
nombre de Commedia
de L'arte. Las
comedias de Sennett están asentadas, como la Commedia de L'arte, en una
tipología social fuertemente caricaturizada, base de la parodia: bigotudos
policías, bellas ingenuas, gruesos e irritables burgueses... El medio de expresión
de la sátira social es, en ambos casos, la pantomima, y su norma, también en
ambos, la improvisación. El paralelismo entre las dos formas de espectáculo es
muy tentador, pero se detiene aquí, pues la Commedia de L'arte (como el cine
de Méliés) se desarrolla en el limitado marco de un escenario y coartada por
las convenciones teatrales, mientras que el slapstick
se desenvuelve en un espacio tremendamente
real y concreto. El privilegiado sol y clima de California permitieron a los
cineastas el rodaje habitual en exteriores. Entonces, por primera vez en la
historia de la comedia, los payasos pudieron evolucionar en un decorado real,
entre coches, tranvías, guardias y casas de verdad. En este mundo concreto se
insertó la actuación colectiva, ballet frenético, de la Commedia de L'arte de Sennett.
Hay que observar que al espacio real no correspondió un tiempo real, pues el
ritmo de sus películas era alucinante, endiablado.
Tampoco inventó Sennett el gag,
unidad hilarante que tiene su antecedente
lejano en los lazzi de
la Commedia de L'arte y su
antecedente próximo en el music-hall,
de cuya jerga procede la palabra. El primer gag
del cine fue el de El jardinero regado
de Lumiére. Los cómicos franceses apoyaron su
actuación en el gag de
modo que, al igual que su maestro Griffith, Sennett cumplió el papel de un
sistematizador, secundado por un equipo de gag-men,
cuyos hallazgos son todavía plagiados
incansablemente por los cómicos europeos y americanos. Se han intentado muchas
definiciones del gag o
chiste visual. Yo, por mi parte, propongo ésta: un acontecimiento normal que,
súbitamente y a causa de otro también normal, deriva en una dirección
inesperada e hilarante, generalmente poniendo en ridículo o en aprieto a un
personaje.
Pero con ello entramos en el peligroso
terreno de la teoría y es bien seguro que Sennett jamás teorizó sobre la
naturaleza y esencia del gag. Sennett fue, como su maestro Griffith, un práctico
y un intuitivo, un fecundo y genial intuitivo. De Griffith adquirió la imprescindible soltura técnica y agilidad
narrativa y formó con él, y con Thomas H. Ince, el triángulo creador sobre el
que se asienta la historia del cine norteamericano.
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